lunes, 29 de noviembre de 2021

La habitación, ahora que te has ido bruscamente,
se ha llenado de preguntas de nieve y lava.
Yo sé que lo que no regresa está en la maleta
con la que prosigo el viaje.
Este poso de melancolía
insiste en supurar la fragancia
de esa intangible presencia,
como humo que sube victorioso
después del desgaste, y parece
insinuar la alegría de las horas previas
a una inminente llegada.
Adondequiera que vaya
y cualesquiera que sean las palabras
con las que le cuente a los parques
que todavía sueño que vienes,
ellos saben lo absurdo de la necesidad de la forma
cuando se ha convertido en fábula;
ellos saben de la dignidad del recuerdo
y del olvido generoso
que todo lo endulza y lo atenúa;
ellos saben que el espejo líquido me descubrirá
a otra mujer diferente de esta:
la que sabe que el futuro que viene
guardará instantes y disipará las penas
de estos días en los que tiro piedras al estanque
mientras me quedo mirando, entimismada,
esos círculos ondulantes, cada vez más lejanos,
que forma el agua cuando algo se hunde.


Imagen: Ellen Von Wiegand

                      


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