en la algarabía de agosto y trajo los rojos placeres
de las tardes de junio.
Este que luchó contra su propio deseo y perdió
la batalla ante un decoro imposible.
Este amor tan tuyo y mío, este amor salado
lamido, salvaje. Este amor de compartir
los mapas y deshacer el oxígeno.
Este amor de mordida en el corazón
y plantas carnívoras. Este amor en torrente,
canal y cauce libre. Este amor dulce.
Este amor sin promesas
de darse sólo por amor y nada menos,
este amor tan de andar por casa
y cada vez, más amor
y cada vez, más casa.
Imagen: Edward Weston