lunes, 10 de febrero de 2020

No son pocos los días que despierto
siendo la loca del ático.
Quisiera incendiar todos los versos
para arrancar después el papel amarillo
de las paredes y su histeria.
Descolgar los cuadros de perros
falderos que se muerden la cola,
hacer del faro mi habitación propia.
Terminar descosiendo de todos
los pechos la letra escarlata
y liberar el segundo y el tercer sexo.
Contar que en Beloved el dolor
baja por generaciones como corriente
de un río con caudal de fango,
que el sur no existe para mí
como el norte no existe
para un norteño. Sin embargo
busco mis raíces en la Gambia negra.
Entonces aprendiendo a nadar
desde Nueva Orleans al Golfo de México
llega el despertar y me sitúo,
echo a volar poemas de hábito y celda
con el eco de una voz recién nacida
para romper la cerraduras
del ideal miserable de una vida de mansa
disciplina, el vía crucis del género.



jueves, 6 de febrero de 2020

Nuestra historia cayó muerta
como alga en la playa.
Quedó el mar encerrado
en la convulsión
de un sollozo.

Esta mañana entre tanta
penitencia de recuerdos
la vida en clave de sol ha venido
a rescatar un amor
que busca a borbotones la salida.

Me he ido a caminar descalza
y tanta luz
me ha recordado
que alguna vez siquiera
se cumplen los sueños.

Que nadie hoy me hable
de imposibles:
es primavera y febrero

Imagen: Anastasiya Nikolenko



martes, 4 de febrero de 2020

En los devaneos de la noche, entre destellos
de farolas, busco un lazo que me retenga
y me afirme que este es mi lugar en el mundo.

Apareces con los dos pies detrás de mis pasos.

No ignoro que, quizá, llegues también del
fondo de un abismo porque eres oscura
y te acercas copiando mi forma, siempre
fugitiva y traicionera, huésped de albergue,
armadura sin cuerpo, confusión condensada.

Me acechas y te interpones entre la perdición
y mis tinieblas, tú, mi sombra, que me sigue
o que me espera.

Imagen: Piotr Jaczewski  







lunes, 3 de febrero de 2020

De madrugada
me regalas el crepúsculo
de tus labios

trepas por mí como la hiedra
despacio, muy despacio

en movimiento telúrico
te inmolas y en mi cuerpo

un lago de helechos
y peces y de lava
quemando.




Como quien aguarda la fiesta imprevista
al recuerdo de esa felicidad breve
que fuera antaño asombro de mis días
te estoy esperando, amor, vida de mi vida,
yo sola y mi esperanza ilusoria
en lo irreal de este presente
donde dices que me amas.

Imagen: Yuriy Strigul



Yo vi el fogonazo mortal de la pólvora reflejado
y oí el estruendo seco del disparo por la espalda
un segundo antes.

Desde el suelo olí el líquido donde refractaba la luz
del sol mi corazón desangrado.

Fuiste tú quien me ejecutó, quien urdió la trama,
quien masculló algo que no entendí
pero que dolió y el dolor suele contener
preguntas que un verdugo no contesta,

                (¿acaso la indiferencia no es suficiente
                para no morir infelizmente de recelo
                a asumir esta vida y su peso?. Habría
                bastado con el adiós y sus distancias)

No hubo clemencia: me apartaste con el pie y
como una más que no
fue nada, morí una noche fría de octubre.

               Por todos hablo en primera persona
               para contar por qué nacen flores marchitas
               en esas zanjas regadas de penas
               porque son los abandonados del amor
               de quienes hoy me acuerdo,
               los otros olvidados en las cunetas.

Imagen: Serge Lutens