y reconozco que me quedé rígida
como un poema fácil de romper
en dos mitades una vez congelado,
al mismo tiempo, que un enjambre de avispas
acribillaba, sin pudor, tu frialdad y mi tristeza.
Puede que más que el hecho en sí mismo
fuera que no me encajaba contigo.
Nunca te imaginé pronunciando
justo esas palabras al vacío
y no sé, si para mitigar el impacto
o porque me paré a pensar con la cabeza fría,
que me di cuenta, súbitamente,
-desilusionada como quien pierde el mapa
que resuelve el camino de las dudas-
de que era más fácil haberme equivocado
sobre ti a que ese «te quiero» fuera cierto.
Entonces fui consciente de la cuadratura del círculo.
Imagen: Alejandra Baci
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