al temblor,
a las emociones
de las palabras dichas con cadencia,
a un reguero de versos que ardiendo
resbalaban por mi hombro.
Otra vez por amor
no hubo más espacio
que él mismo y su eco al yo pronunciarlo
y terminaste existiendo
dentro del poema insomne, mudo.
Otra vez tropecé con la escarcha
del miedo silencioso y me caí en la espiral
de sombras sin luz, de corazón sin cuerpo.
Imagen: Erika Kuhn
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