Por encima de tu ombligo
y tu costado infinito,
por encima de las alas
quebradas de los abismos,
disimulas que te mueres
y, entonces, te estremeces
bajito y de un soplo desaparece
tu mano, aquel sapito que despertó
de su sueño, y ya no hay puerta,
ni trocito, sólo dedos escurridos,
ni eres verbena en la piel, ni mordisco;
pero tú me arrancaste las palabras,
hiciste lo que nadie hizo, despertar
a las mareas con tus conjuros
y hechizos, y ahora, vacíos,
dormidos, temblando de frío,
morirnos de besos de peces
sin río.
Imagen: Kim Sung Jin
Me parece magnífico Julia.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Manuel. Me alegra mucho que te haya gustado y que vengas por aquí. Un abrazo
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