Te estaba queriendo y las cosas
se movían, y las aguas fluían
llevando el mismo amor
a dos ciudades distintas.
Hubo una melodía y un mensaje.
Luego todo paró y las grullas
de la orilla volaron espantadas
con el otoño
después de que el espacio
y el tiempo
se redujeran
a una sala de espera.
No se inmutaba nada.
Después de todo
el mundo no deja de rotar
sobre sí mismo y gira volteando
por completo el universo
ajeno a cualquier causa-efecto
en su paseo indiferente.
Yo hago lo mismo y lo ignoro.
Ahora que el horizonte del sur
cambia sin importarle a nadie
escucho esa música tuya
y parece, como todo, que va
más lejos de mí.
Me dejo llevar por ese instante
y mirando un atardecer
radiante, con tu recuerdo,
me dejo caer de algún modo
como va cayendo el sol.
me gusta muchísimo la intimidad del poema, es un soliloquio,un instante de perfecta armonía, instando la presencia de ese recuerdo,ese momento efímero que por un momento logras recuperar.
ResponderEliminarmaravilloso.
Un placer volver a leerte!
Hola! Si, ha pasado mucho tiempo desde el último poema! Muchas gracias por tus palabras siempre generosas con mi poesía. Y me alegra que el poema cumpla su función que como bien dices es recuperar unos segundos ese momento efímero. Gracias mil! Un abrazo
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