es la mañana.
La sensación de llegar a casa
saber donde estoy
y que soy del todo.
Ir de espaldas al mundo
que bosteza al romper el día
mientras me desperezo de sueño.
Entrar en mi cuarto con cautela
y saber que ahora, cuando nadie
espera a nadie, tú cuerpo dormido
permanece hasta mi vuelta.
Entreabres los ojos, sonríes, te giras,
yo sin armadura te abrazo.
De tan sencillo
parece extraordinario.
A veces estalla en duermevela
la pólvora de tus besos en mis labios;
como a un fósforo eufórico de llama azul
me prendes fuego. Luego, calma.
Reniego del amor triste y sus secuelas.
Tú me haces necesaria.
Lo mejor del turno de noche
es la mañana
cuando me duermo en tu espalda
confiada y transparente.
Imagen: Clare Elsaesser
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