y siempre es más ancho que mi salto.
Va por delante mi sombra, ella te alcanza
mientras yo me agarro a los trazos
desdibujados de la memoria:
los segundos tras el beso,
los dos minutos y medio de mirarse intenso,
el eco que dejó tu voz al pronunciar mi nombre,
el pequeño silencio detrás de una coma,
ese intuir que precede al gesto.
Todo se puso en su sitio cuando cogiste mi mano.
Quise –ilusa- darle un giro a la vida
colgada de tu cuello como una bufanda,
desterrar todo el espacio que invade
la nada más absoluta, ocupar la ausencia,
desafiar la lógica de los espejos.
Pero en esta primavera que se te parece tanto
la lluvia caerá mañana despacito
y tú no estarás aquí para contarlo.
Que hermoso ��
ResponderEliminarMuchas gracias! Un placer que te haya gustado. Abrazo
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