y oí el estruendo seco del disparo por la espalda
un segundo antes.
Desde el suelo olí el líquido donde refractaba la luz
del sol mi corazón desangrado.
Fuiste tú quien me ejecutó, quien urdió la trama,
quien masculló algo que no entendí
pero que dolió y el dolor suele contener
preguntas que un verdugo no contesta,
(¿acaso la indiferencia no es suficiente
para no morir infelizmente de recelo
a asumir esta vida y su peso?. Habría
bastado con el adiós y sus distancias)
No hubo clemencia: me apartaste con el pie y
como una más que no
fue nada, morí una noche fría de octubre.
Desgarrador Poema. De quien menos esperamos es la mano ejecutora.
ResponderEliminarMil besitos Julia.
Exactamente, y eso, es devastador. Yo creo que es importante tanto decir cuando se ama a alguien como cuando no e intentar siempre hacer el menor daño posible. Pero pasa. Muchas gracias Auroratris!
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