y era de hiel
aquel panal de abejas.
Niña de cera, dulce de gomaespuma
y dientes de leche,
la elegida.
Cuerpecito de ángel mutilado
por el aguijón que cambió
pañales por sudario.
Horror de hogar que le persigue,
paredes culpables. sonrisa borrada,
escarnio profundo repetido.
Un día habló y habló.
Huyó del terror al presagio
y el Mezquino bajó la mirada.
Mientras, todos seguían
mirando a otro lado
y rezándole a Dios.
¡Pss! ¡Secreto!
silencio, silencio, silenciada.
Imagen: Katrin Zeidler
No hay nada que duela más que una inocencia robada, y la complicidad del silencio.
ResponderEliminarUn poema tremendo.
Mil besitos, Julia.
Gracias Auroratris!. ciertamente el hecho y la complicidad es algo horrible. besos
EliminarMadre mía qué poema brutal,lamentablemente tan real.
ResponderEliminarUna cotidianeidad que se va normalizando obscenamente. Se necesitan voces y gritos como este poema que brilla de brutalidad y belleza.
Un beso y gracias por esto.
muchas gracias lunaroja! Se habla poco o nada sobre esto que es más frecuente de lo que parece. Curiosamente, después de poner este poema, han salido dos noticias al respecto y los datos son devastadores. Besos y gracias a ti por venir
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