para ir por la vida como vas tú,
total, a mí ya no me servía
un corazón helado ¿a dónde va?.
Un rato después de nuevo hervía
vi cómo el agua empezó a humear.
¡Cómo iba a dejarlo allí!
si al fin y al cabo era mío.
Tarareaba Cry Me a River
hipotérmico perdido
y lo metí entre algodones.
Lo distraigo con papiroflexia,
le invento peces que vuelan...
Pero está de piedra como una gárgola
cuanto más quiero tocarle fibra
más resistencia opone a palpitar.
Y aquí estoy, alimentándolo de versos.
Los poemas que nadie le dedica
se los escribo yo.
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